lunes, 18 de julio de 2022

LA IMPORTANCIA DE MANTENER CONTACTO CON LA FAMILIA DE ACOGIDA





Mi nombre es MT, madre adoptiva de una niña maravillosa de 3 años. 

Disculpadme que mantenga el anonimato de ambas, pero es una manera de proteger a mi hija, ya que voy a contar una etapa de su vida, para intentar ayudar a las familias adoptivas, y no caigan en el mismo error que nosotros, cuando nos planteamos: ¿Será beneficioso o perjudicial mantener contacto con su familia de acogida?

Cuando hicimos los cursos de formación en nuestra provincia, nos explicaron los tipos de familias de acogida que existían (de urgencia, temporal y permanente). Realzaban todo el trabajo que hacían con esos niños que llegarán a ser nuestros hijos. Hasta ese momento, yo no era consciente del gran trabajo y mérito que tienen esas familias. Esos niños llegan a ellos sin hábitos de higiene, malnutridos, inseguros, temerosos, muchos de ellos sin conocer lo que es una sonrisa, una caricia, que te cojan en brazos para dormirte, y mucho menos lo que es un beso... sin entrar en temas de maltratos, ni consumo...

En los cursos hacíamos casos prácticos para empatizar con nuestros futuros hijos. De en qué condiciones estaban en su familia de origen, y cómo los recibían las familias acogedoras. Después de ellos darles todos los cuidados necesarios, llenarles su corazón de cariño, enseñarles lo que es el amor a través de una mirada, de besos y abrazos, estimularlos, y dedicarles todo su tiempo en hacer que esos niños crezcan con la vida tan feliz como se merecen, así de bien cuidados y amados, los conoceremos nosotros en la asignación.

Oyendo esto, ¿cómo no vas a admirar a quienes han cuidado así a tu hij@, y cómo no te sentirás de por vida agradecido? Para ellos fueron sus salvadores, e hicieron que pudiese comenzar con ellos un nuevo capítulo de su historia de vida. ¿Y quién mejor que contarle parte de su historia que ellos que la han vivido de más cerca?

Por todos estos motivos, en nuestros cursos nos aconsejaban que mantuviésemos contacto con las familias de acogida. Primero por nuestros hijos, porque han sido con los que han vivido durante meses y para ellos son su familia. Y después porque para la familia acogedora también es muy duro, el dejar de saber de esa personita que han estado cuidando como un hijo más.

En cambio, cuando nos llegó la asignación, en la provincia donde pertenecía nuestra hija, ya el primer día que firmamos, nos aconsejaron todo lo contrario... que debía dejar de verlos una vez estuviese con nosotros y se tenía que olvidar de ellos completamente. Y que más adelante cuando ya se hubiese olvidado de ellos, si queríamos, presentarlos de nuevo pero sin decirle quiénes eran... todo nos sonaba muy mal, como una engaño hacia ella... y dijimos que según nuestra información, no era esa la mejor manera de actuar. Pero insistieron en que sí... Decidimos plantear la cuestión a nuestra familia acogedora, la cual nos trataron en el tiempo de adaptación, de una manera extraordinaria y nunca tendremos suficientes palabras de agradecimiento por todo lo que hicieron por nuestra hija durante todos los meses que estuvieron con ella, y por nosotros en nuestra estancia allí. A ellos siempre les habían formado de la manera que nos explicaron en su provincia... los tenían que olvidar... Cuando tuvimos la visita con el técnico y volvimos a los días a firmar para ya ir a casa, sacamos el tema porque no estábamos convencidos de lo que nos decían... y el argumento era que necesitaba olvidarse de ellos para poder querernos y vernos como sus referentes.

Pensamos... bueno pues si ellos que son los profesionales, nos lo dicen tan convencidos... tendremos que hacerlo así... sin estar muy de acuerdo, pero pensando que sería lo mejor para nuestra hija... cedimos y así lo hicimos.


La adaptación fue fenomenal desde el primer minuto, hubo mucha conexión, no tardó en cogernos de la mano, y como a los padres de acogida no les llamaban papá y mamá si no por sus nombres, también facilitó el que a nosotros nos llamasen papás y no hubiese confusión. Nos extrañaba que ella sabía los nombres de toda la familia, y cuando estábamos en la adaptación los llamaba por sus nombres, en cambio desde que llegó a casa, dejó de nombrarlos... Esperábamos que cuando se despertase, se cayese, o cualquier momento donde necesitase protección, los llamase. En cambio, nos llamaba a nosotros y no los nombraba para nada. Eso nos preocupaba un poco y no lo entendíamos, porque no era lo normal... pero ella estaba feliz y bien, así que tampoco quisimos darle más importancia.

La familia de acogida, con la que nosotros sí teníamos contacto y les contábamos y les mandábamos fotos, a las semanas nos mandaron a casa una caja con sus juguetes. Ese día... ese día ella al verlos se quedó impactada porque los reconoció... era como pensando... no era un sueño... era verdad que yo he estado en otra casa antes.... A partir de ese día, la niña dejó de sonreír, de comer, tenía rabietas con mucha facilidad, a ella que le encanta bailar y cantar no tenía ganas de nada... por las noches cada hora y media se despertaba chillando, sudando y tensa de forma que casi no la podía coger en brazos... pero tenía que cogerla y calmarla porque se daba cabezazos y patadas y se iba a lastimar... cuando lograba cogerla, no quería que la tocara, me apartaba la cara, me pegaba y me empujaba, y en cambio a la vez metía sus manos dentro de mi pijama como si quisiese meterse dentro de mí... era un llanto sin consuelo día tras día... se lo comenté a la familia de acogida y le dije que era desde que vio los juguetes, que yo pensaba que como nos dijeron en nuestra provincia, ella tenía la necesidad de verlos y de saber que no la habían abandonado, si no que aunque ella tenía a sus papás para siempre y una casa donde iba a vivir para siempre, necesitaba saber que ellos seguían ahí... Ellos nos dijeron que si pensábamos que era eso, que adelante... que hacíamos una video llamada para que los viesen. Y acordamos un día a una hora. Justo ese día nuestra hija se levantó de la siesta y en medio del comedor se puso a llorar desconsolada chillando, y le preguntábamos si le dolía algo, si quería comer, si quería jugar... y todo era un claro NOOOOO!! Y entonces le dijimos... ¿Quieres ver a tu familia de acogida? Y fue un claro SÍ, mientras su mirada dejó de tener esa tristeza, y vimos calma. Así que como acordamos, hicimos una video llamada y a la niña se le iluminó la cara al verlos! Ella orgullosa les dijo que estaba con mamá y papá y fue con el móvil a enseñarles su habitación... nos dejó sin palabras y nos dio una gran lección...

Hoy sabemos que le podríamos haber evitado ese sufrimiento si hubiésemos seguido nuestro instinto de que nuestra hija necesitaba de ellos. Nuestra hija entendía que no le dábamos permiso para hablar de ellos y por eso no los nombraba. Y era como que no podía echarles de menos por estar ahora con sus papás y no defraudarlos... Al nosotros no nombrarlos le hicimos hasta pensar que quizá ni existían y eran cosas de su imaginación, hasta que al ver los juguetes ella encontró la prueba de que era real lo que ella había vivido... nos enseñó que el amor se multiplica y que todos y cada uno de nosotros tenemos el hueco en su corazón que nos corresponde... Hoy en día mantenemos una relación estupenda entre todos y cuando ella quiere verlos, tiene la libertad y confianza de decirlo y nosotros encantados. Para la familia de acogida también hubo un antes y un después en sus otros acogimientos, porque aprendieron al saber cómo había sufrido nuestra hija, que ellos lo viven como un abandono. Es como si toda tu familia de la noche a la mañana desaparece de tu vida para siempre sin tu haber hecho nada, ¿entenderías la situación? ¿No los echarías de menos? ¿No necesitarías una explicación? ¿No necesitarías saber que están bien? Pues nuestros hijos también lo necesitan de ellos. No les sumemos un trauma más a su dura vida, y facilitémosles el poder expresar sus emociones y el poder seguir sintiéndose queridos por esa familia que los cuidó y amó durante los meses que esperaban a que llegaran sus papás.