domingo, 11 de diciembre de 2022

RESILENCIA


                                            


                                        
                     

Echo la mirada hacia atrás, recorriendo y repasando los dieciséis años vividos desde la adopción de mi hijo. Me paro a respirar en los momentos más difíciles y descanso en los momentos serenos, reflexiono acerca de mis decisiones, siendo consciente de que pude hacerlo mejor, pero lo hice lo mejor que pude.

Las primeras semanas, Said sufría de ansiedad por separación, apenas podía moverme de su lado o entraba en crisis. Por las noches, le acosaban terribles pesadillas y muchas noches tenía que dormir conmigo, y cuando dormía sólo, necesitaba una tenue luz, como un faro en su oscuridad.

Solía cantar en voz alta y mover su cabeza de izquierda a derecha a mucha velocidad para poder dormirse. Me producía mucha angustia verlo, pero sabía que a él le calmaba. Este movimiento estereotipado fue desapareciendo con el tiempo.

El idioma no supuso ningún problema, ya que, a los pocos meses de llegar, Said ya hablaba español. Llevábamos años entendiéndonos sin palabras, sólo con comunicación no verbal y amor, creamos en Marruecos nuestro propio lenguaje.

Al poco tiempo de llegar, me di cuenta de las dificultades que tenía al relacionarse con los demás. Apenas tenía habilidades sociales, sólo había aprendido a defenderse y a huir o esconderse ante los conflictos. Este fue uno de los grandes desafíos para él.

Desde su llegada, Said acudía a terapia cada semana con una psicóloga especialista en niños adoptados. Yo era muy consciente de la importancia de esta ayuda y la utilicé sin dudar desde el primer día. Mi hijo traía su mochila llena de carencias, pero sobre todo de heridas (rechazo, abandono, humillación, injusticia) que le marcarían de por vida. Aunque sabía que algunas serian difíciles de curar, por lo menos dejarían de sangrar y con el tiempo dolerían menos.

Los primeros años, Said tenía muchas crisis y ataques de ira que le sobrepasaban y no sabía gestionar. Recuerdo que lo único que le calmaba y le devolvía su frágil paz interior era abrazarle y coger su cara entre mis manos, para que me mirase a los ojos y me viese, mientras le decía: “Soy yo habibi (cariño), Mamá. Estoy aquí”. Esa frase se convirtió en nuestro bálsamo. Nuestro vínculo siempre nos salvó.


                                    





Los peores momentos de su adaptación fueron los vividos en el colegio, bueno los colegios, ya que estuvo en seis colegios en ocho años.

Como he dicho anteriormente, Said carecía de habilidades sociales, lo cual le dificultaba sus relaciones con el resto de los niños. No tenía la capacidad de dialogar, discutir o dar su opinión cuando algo no le gustaba o le hacía sentir mal. Nadie le había enseñado (en el orfanato primaba la ley del más fuerte o del sálvese quien pueda), por lo que cuando había un conflicto, lo resolvía con “las manos” o huía, así que la dinámica habitual era pelearse con los niños, destruir la clase o escaparse del colegio. 

Reconozco esto fue lo que más me costó gestionar, y a veces me sentía sola y sobrepasada, pero con la ayuda de la psicóloga y de mi familia, fuimos trabajando en ello, y con el tiempo Said aprendió a expresar sus emociones y sentimientos y a ser capaz de enfrentarse mejor a los conflictos.

Nunca me sentí arropada por ningún colegio, percibía que les “superaba” la situación y no sabían gestionarla, en lugar de empatizar con mi hijo y comprender de dónde venían sus actitudes y conductas, le reprendían, y lo expulsaban unos días como castigo. Algo inútil, poco constructivo y nada educativo para mí. De ahí mi decisión de ir sacándole de un colegio tras otro. Said nunca se llegó a sentir integrado en ningún colegio. Ojalá ningún niño adoptado tenga que vivir ese aislamiento e incomprensión.

El único colegio donde se sintió arropado y comprendido fue uno de enseñanza libre, pero no por los profesores ni la dirección, sino por sus compañeros. Había diversidad racial y los niños tenían mucha inteligencia emocional, fue un regalo para mi hijo. Muchos de ellos siguen teniendo una bella amistad con él.

Nuestro camino no ha sido fácil, pero cuando miro a mi hijo con sus veinticinco años, convertido en un hombre noble, empático y amable, solo puedo sentir gratitud por ser su madre. Es un superviviente, la pura definición de la resiliencia. 

No es perfecto, ninguno lo somos, pero es todo corazón, y para mi es lo que de verdad importa. 





miércoles, 23 de noviembre de 2022

UNA ADOPCIÓN DIFERENTE




Hola, me llamo Laura; 

La primera vez que vi a mi hijo, no fue en una aséptica sala de partos ni saliendo de mi vientre, sino en una pequeña habitación maloliente llena de moscas, sentado en un rincón del mugriento suelo formando una fila con sus hermanos, no de sangre sino de desgracia. Mi hijo Said, tenía 2 años y medio, y yo tan solo 20. 

El destino me llevó hasta él en el verano del año 2000. Llegué a Marruecos para pasar un mes como voluntaria en un orfanato dispuesta a ayudar y queriendo cambiar el mundo, sin ser consciente de que era mi mundo el que iba a cambiar drásticamente.

Al principio, Said era uno más de los niños del orfanato, él formaba parte del grupo que me asignaron, durante un mes me convertí en una de las cuidadoras de 20 niños de entre 2-5 años. En el orfanato había alrededor de 150 niños, de entre 0-6 años.

Muchas personas me han preguntado como pude elegirle entre tantos niños, pero fue él quien me eligió a mí. Al principio, era muy tímido y desconfiado, siempre estaba solo con un halo de tristeza (como tantos niños allí) que me sobrecogía el corazón, y poco a poco fue acercándose a mí, hasta terminar enganchado todo el día a mis piernas como una preciosa lapilla o entre mis brazos amarrado a mi cintura.

Recuerdo que las hermanas que llevaban el orfanato nos dijeron el primer día que tuviésemos cuidado con los niños, que no nos encariñásemos de ellos, que luego nos íbamos y ellos sufrían. Yo lo intenté, de verdad que lo intenté, pero hay veces que el corazón tiene razones que la razón no entiende.

Tras un mes allí, volví a España con el corazón robado, rebosante de amor y profundamente tocada y confundida.

Este fue el primero de muchos viajes, Said fue creciendo, y con él nuestra unión y nuestro vínculo se fue haciendo cada vez más grande e irrompible.



Y con el paso del tiempo, nuestras despedidas y separaciones eran cada vez más dolorosas e insoportables. Cada vez que volvía a España de un viaje, me costaba más recuperarme y adaptarme a mi privilegiada vida.

Era muy consciente de mi juventud y de la locura que supondría intentar adoptarle, pero no se puede luchar contra el corazón ni intentar engañarlo, y llegó un momento en el que ya no había marcha atrás y debía lanzarme al vacío. Así que con 23 años tomé la decisión de solicitar su adopción. Mi familia, sobre todo mis padres obviamente no se tomaron bien la noticia, creían que era una locura y con razón. 

Al tener que esperar dos años para iniciar los trámites (la edad mínima es de 25), me dio tiempo a convencerles de que mi decisión era inamovible.

Con 25 años comencé el tortuoso viaje de la adopción, una carrera de fondo contra el tiempo, ya que Said tenía 6 años, edad a la que los niños eran trasladados a un orfanato de mayores, el cual tenía fama de malos tratos.

Tras las entrevistas me negaron la adopción, por ser muy joven y tener al niño elegido. El mundo se me vino encima, y todo se volvió oscuridad. Sólo me quedaban dos opciones: rendirme o luchar. Y así lo hice, con uñas y dientes. Tras llamar a todas las puertas posibles y no desvanecer, por fin una de ellas se abrió y, un año después, pude repetir las entrevistas. 

Una mañana de marzo se obró el milagro, mi teléfono sonó y recibí la noticia más bella de mi vida: era idónea para adoptar a Said. 



Por desgracia, tuve que esperar otro año más para sacarle del horrible orfanato de mayores dónde ya le habían trasladado, y al cual no me dejaban entrar. Fueron meses angustiosos, imaginando a mi pequeño mulato preguntarse porque no iba a verle. 

Gracias a mi maravillosa abogada marroquí, y al noble juez que me asignaron, conseguimos la primera adopción en aquel pueblo perdido de la mano de Dios… en efecto nunca habían adoptado un niño en aquel orfanato. 

Mientras abrazaba a mi pequeño, con la alegría de saber que por fin era mi hijo legalmente, no pude evitar pensar en su madre biológica. No había pensado mucho en ella y si lo había hecho, fue para juzgarla injustamente. Por primera vez, sentí una profunda conexión con esa desconocida mujer, pude sentir su dolor y su pena.

Y lancé una promesa al viento, con la esperanza de que ella pudiese escucharla. “Cuidaré de nuestro hijo, y le amaré con toda mi alma por las dos. Y algún día, si él quiere, intentaremos encontrarte”.




lunes, 18 de julio de 2022

LA IMPORTANCIA DE MANTENER CONTACTO CON LA FAMILIA DE ACOGIDA





Mi nombre es MT, madre adoptiva de una niña maravillosa de 3 años. 

Disculpadme que mantenga el anonimato de ambas, pero es una manera de proteger a mi hija, ya que voy a contar una etapa de su vida, para intentar ayudar a las familias adoptivas, y no caigan en el mismo error que nosotros, cuando nos planteamos: ¿Será beneficioso o perjudicial mantener contacto con su familia de acogida?

Cuando hicimos los cursos de formación en nuestra provincia, nos explicaron los tipos de familias de acogida que existían (de urgencia, temporal y permanente). Realzaban todo el trabajo que hacían con esos niños que llegarán a ser nuestros hijos. Hasta ese momento, yo no era consciente del gran trabajo y mérito que tienen esas familias. Esos niños llegan a ellos sin hábitos de higiene, malnutridos, inseguros, temerosos, muchos de ellos sin conocer lo que es una sonrisa, una caricia, que te cojan en brazos para dormirte, y mucho menos lo que es un beso... sin entrar en temas de maltratos, ni consumo...

En los cursos hacíamos casos prácticos para empatizar con nuestros futuros hijos. De en qué condiciones estaban en su familia de origen, y cómo los recibían las familias acogedoras. Después de ellos darles todos los cuidados necesarios, llenarles su corazón de cariño, enseñarles lo que es el amor a través de una mirada, de besos y abrazos, estimularlos, y dedicarles todo su tiempo en hacer que esos niños crezcan con la vida tan feliz como se merecen, así de bien cuidados y amados, los conoceremos nosotros en la asignación.

Oyendo esto, ¿cómo no vas a admirar a quienes han cuidado así a tu hij@, y cómo no te sentirás de por vida agradecido? Para ellos fueron sus salvadores, e hicieron que pudiese comenzar con ellos un nuevo capítulo de su historia de vida. ¿Y quién mejor que contarle parte de su historia que ellos que la han vivido de más cerca?

Por todos estos motivos, en nuestros cursos nos aconsejaban que mantuviésemos contacto con las familias de acogida. Primero por nuestros hijos, porque han sido con los que han vivido durante meses y para ellos son su familia. Y después porque para la familia acogedora también es muy duro, el dejar de saber de esa personita que han estado cuidando como un hijo más.

En cambio, cuando nos llegó la asignación, en la provincia donde pertenecía nuestra hija, ya el primer día que firmamos, nos aconsejaron todo lo contrario... que debía dejar de verlos una vez estuviese con nosotros y se tenía que olvidar de ellos completamente. Y que más adelante cuando ya se hubiese olvidado de ellos, si queríamos, presentarlos de nuevo pero sin decirle quiénes eran... todo nos sonaba muy mal, como una engaño hacia ella... y dijimos que según nuestra información, no era esa la mejor manera de actuar. Pero insistieron en que sí... Decidimos plantear la cuestión a nuestra familia acogedora, la cual nos trataron en el tiempo de adaptación, de una manera extraordinaria y nunca tendremos suficientes palabras de agradecimiento por todo lo que hicieron por nuestra hija durante todos los meses que estuvieron con ella, y por nosotros en nuestra estancia allí. A ellos siempre les habían formado de la manera que nos explicaron en su provincia... los tenían que olvidar... Cuando tuvimos la visita con el técnico y volvimos a los días a firmar para ya ir a casa, sacamos el tema porque no estábamos convencidos de lo que nos decían... y el argumento era que necesitaba olvidarse de ellos para poder querernos y vernos como sus referentes.

Pensamos... bueno pues si ellos que son los profesionales, nos lo dicen tan convencidos... tendremos que hacerlo así... sin estar muy de acuerdo, pero pensando que sería lo mejor para nuestra hija... cedimos y así lo hicimos.


La adaptación fue fenomenal desde el primer minuto, hubo mucha conexión, no tardó en cogernos de la mano, y como a los padres de acogida no les llamaban papá y mamá si no por sus nombres, también facilitó el que a nosotros nos llamasen papás y no hubiese confusión. Nos extrañaba que ella sabía los nombres de toda la familia, y cuando estábamos en la adaptación los llamaba por sus nombres, en cambio desde que llegó a casa, dejó de nombrarlos... Esperábamos que cuando se despertase, se cayese, o cualquier momento donde necesitase protección, los llamase. En cambio, nos llamaba a nosotros y no los nombraba para nada. Eso nos preocupaba un poco y no lo entendíamos, porque no era lo normal... pero ella estaba feliz y bien, así que tampoco quisimos darle más importancia.

La familia de acogida, con la que nosotros sí teníamos contacto y les contábamos y les mandábamos fotos, a las semanas nos mandaron a casa una caja con sus juguetes. Ese día... ese día ella al verlos se quedó impactada porque los reconoció... era como pensando... no era un sueño... era verdad que yo he estado en otra casa antes.... A partir de ese día, la niña dejó de sonreír, de comer, tenía rabietas con mucha facilidad, a ella que le encanta bailar y cantar no tenía ganas de nada... por las noches cada hora y media se despertaba chillando, sudando y tensa de forma que casi no la podía coger en brazos... pero tenía que cogerla y calmarla porque se daba cabezazos y patadas y se iba a lastimar... cuando lograba cogerla, no quería que la tocara, me apartaba la cara, me pegaba y me empujaba, y en cambio a la vez metía sus manos dentro de mi pijama como si quisiese meterse dentro de mí... era un llanto sin consuelo día tras día... se lo comenté a la familia de acogida y le dije que era desde que vio los juguetes, que yo pensaba que como nos dijeron en nuestra provincia, ella tenía la necesidad de verlos y de saber que no la habían abandonado, si no que aunque ella tenía a sus papás para siempre y una casa donde iba a vivir para siempre, necesitaba saber que ellos seguían ahí... Ellos nos dijeron que si pensábamos que era eso, que adelante... que hacíamos una video llamada para que los viesen. Y acordamos un día a una hora. Justo ese día nuestra hija se levantó de la siesta y en medio del comedor se puso a llorar desconsolada chillando, y le preguntábamos si le dolía algo, si quería comer, si quería jugar... y todo era un claro NOOOOO!! Y entonces le dijimos... ¿Quieres ver a tu familia de acogida? Y fue un claro SÍ, mientras su mirada dejó de tener esa tristeza, y vimos calma. Así que como acordamos, hicimos una video llamada y a la niña se le iluminó la cara al verlos! Ella orgullosa les dijo que estaba con mamá y papá y fue con el móvil a enseñarles su habitación... nos dejó sin palabras y nos dio una gran lección...

Hoy sabemos que le podríamos haber evitado ese sufrimiento si hubiésemos seguido nuestro instinto de que nuestra hija necesitaba de ellos. Nuestra hija entendía que no le dábamos permiso para hablar de ellos y por eso no los nombraba. Y era como que no podía echarles de menos por estar ahora con sus papás y no defraudarlos... Al nosotros no nombrarlos le hicimos hasta pensar que quizá ni existían y eran cosas de su imaginación, hasta que al ver los juguetes ella encontró la prueba de que era real lo que ella había vivido... nos enseñó que el amor se multiplica y que todos y cada uno de nosotros tenemos el hueco en su corazón que nos corresponde... Hoy en día mantenemos una relación estupenda entre todos y cuando ella quiere verlos, tiene la libertad y confianza de decirlo y nosotros encantados. Para la familia de acogida también hubo un antes y un después en sus otros acogimientos, porque aprendieron al saber cómo había sufrido nuestra hija, que ellos lo viven como un abandono. Es como si toda tu familia de la noche a la mañana desaparece de tu vida para siempre sin tu haber hecho nada, ¿entenderías la situación? ¿No los echarías de menos? ¿No necesitarías una explicación? ¿No necesitarías saber que están bien? Pues nuestros hijos también lo necesitan de ellos. No les sumemos un trauma más a su dura vida, y facilitémosles el poder expresar sus emociones y el poder seguir sintiéndose queridos por esa familia que los cuidó y amó durante los meses que esperaban a que llegaran sus papás.


martes, 9 de febrero de 2021

ACOGIMIENTO FAMILIAR

 



¡ Hola familia!

 

Que alegría me da que estéis leyendo esta entrada, esto me indica que de alguna forma queréis tener información sobre el acogimiento familiar, y es que... ¡¡¡Se necesitan tantas!!! Así que el hecho de leeros ( ya que hemos recibido muchos mensajes sobre información este tema ), nos motiva a seguir dando información sobre ella.


En primer lugar, me gustaría explicar la diferencia entre ACOGIMIENTO FAMILIAR y ADOPCION.


En el acogimiento familiar, la custodia esta en la familia acogedora, pero la tutela siempre es de la administración. 


En cambio, en la adopción, son los padres adoptivos quienes tienen la tutela, guardia y custodia del menor. Tienen las mismas obligaciones que con cualquier hij@ biológico. No hay diferencia.


El acogimiento familiar ofrece los cuidados de una familia al niñ@. Su objetivo final es el retorno del menor con su familia biológica, para lo que es necesario mantener el contacto con ellos mediante visitas. Su principal ventaja es poder ofrecer un entorno familiar a los niñ@s que no pueden ser atendidos adecuadamente en sus hogares.


La finalidad tanto de la adopción como de la acogida es conseguir que los niñ@s que están en situación de desamparo, vivan con una familia, o lo que es lo mismo, en un entorno seguro, ya sea de forma temporal o definitiva. 


El objetivo nuestro, el de las familias acogedoras y de la administración, es que cuantos menos niñ@s hayan en acogimiento residencial, mucho mejor. 

(Al hablar del acogimiento residencial, me refiero a aquellos niñ@s que están viviendo en residencias ). ¡Ojalá algún día no haya ninguno!


Muchos niñ@s de los que permanecen en Centros Residenciales podrían pasar a vivir en familias acogedoras y esto sería mucho más positivo para su desarrollo a todos los niveles.

Para ello, sería necesario que aumentara el número de familias dispuestas a acoger a uno ( o varios) de estos niñ@s, a los que la vida no se lo ha puesto nada fácil. 


Niñ@s que sueñan con vivir una vida normal, con tener una familia, simplemente alguien que les cuide, les eduque, les escuche y les proteja.


Ahora bien, teniendo claro lo que es, me gustaría comentar los tipos de acogimientos familiares:

 

1. ACOGIMIENTO DE URGENCIA


Especificidad:


Se aplica a menores sobre los que hay que intervenir de forma inmediata, a fin de evitar su ingreso en centros de protección.

Objetivo:

Proteger al niñ@ situándolos en un contexto seguro.


Requisitos de las familias:

· Cumplir con los criterios generales de valoración de idoneidad para el acogimiento.

· Capacidad y aptitud personal suficiente para proporcionar la atención y cuidados necesarios a los menores.

· Al menos uno de los miembros de la pareja acogedora o el propio acogedor o acogedora ( si se trata de una sola persona) deberá estar a plena dedicación para este acogimiento y con disponibilidad permanente.

· El hogar debe permitir la incorporación inmediata del menor.

· Por cada miembro de la familia con plena dedicación, podrán acoger de forma simultánea a dos menores, como máximo.


Tiempo del acogimiento:Máximo seis meses.


Edad de los menores:Preferentemente para menores con edad inferior a los 7 años.

 

2. ACOGIMIENTO TEMPORAL


Especificidad:


El acogimiento temporal es de carácter transitorio, se promoverá cuando  existiendo una situación de crisis en la familia del menor, se prevea su reinserción a corto plazo en la misma, o bien, transitoriamente, mientras se acuerde una medida de carácter más estable.

El acogimiento temporal en familia ajena, podrá ser especializado y en su caso, profesionalizado.


Objetivos:


· Proteger al niño o la niña situándolos en un contexto seguro.

· Evitar su institucionalización proporcionándole una familia de acogida.


Requisitos de la familia:

· Cumplir con los criterios generales de valoración de idoneidad para el acogimiento.

· Aceptación de la temporalidad del acogimiento.

· Aceptación de la familia biológica como figura activa.


Duración temporal:Este acogimiento tendrá una duración máxima de 2 años, salvo que el interés superior del menor aconseje una prórroga de la medida.


Edad de los menores:Esta medida va dirigida a menores de cualquier edad.

 

3. ACOGIMIENTO PERMANENTE:


Especificidad:


El acogimiento permanente se promoverá cuando, no existiendo previsión de reinserción adecuada del menor en su familia biológica, las características y deseos personales del propio menor o las específicas circunstancias de su situación aconsejen su integración estable y duradera en otra familia, sin creación de vínculos de filiación entre ellos.

El acogimiento permanente en familia ajena, podrá ser especializado y en su caso, profesionalizado.


Objetivos:


· Proteger al niño o la niña situándolos en un contexto seguro.

· Evitar su institucionalización proporcionándole una familia de acogida.

Requisitos de la familia:

· Cumplir con los criterios generales de valoración de idoneidad para el acogimiento.

· Aceptación de una situación sin límite temporal predeterminado.

· Ausencia de expectativa de adopción.

· Ausencia de previsión de retorno con su familia biológica.

· Aceptación de la relación del menor con su familia biológica.


Tiempo para el acogimiento:Puede durar hasta la mayoría de edad del menor.


Edad de los menores:Esta medida va dirigida a menores con edad superior a los siete años.


4. ACOGIMIENTO ESPECILIZADO:


Se constituye en función de las necesidades de los menores y, solamente está dirigido a familias de ajena (la que no tiene vinculo biológico o hasta tercer grado de consanguinidad como poco con el menor). 


Será temporal o permanente.


El acogimiento especializado podrá ser profesionalizado cuando, reuniendo los requisitos de las familias, exista una relación laboral del acogedor o los acogedores con la Entidad Pública.


Especificidad:


Es una modalidad de acogimiento temporal o permanente que se aplica para niños y niñas con necesidades o circunstancias especiales ocasionadas por una enfermedad, problemas de conducta, discapacidad física, psíquica o sensorial, o menores que precisen de un apoyo especial debido a los malos tratos o abusos sexuales sufridos.


Objetivos:


· Proteger al niño o la niña situándolos en un contexto seguro.

· Evitar su institucionalización proporcionándole una familia de acogida.

· Atender de forma cualificada las necesidades de salud, de dependencia, trastorno de conducta, etc… de los menores, en un ambiente familiar adecuado.


Requisitos de las familias:


· Cumplir con los criterios generales de valoración de idoneidad para el acogimiento.

· Al menos una de las personas acogedoras debe disponer de cualificación, experiencia y formación específica para desempeñar esta función respecto de menores con necesidades o circunstancias especiales.

· La persona acogedora o un miembro de la pareja acogedora, en su caso, deberá estar con plena disponibilidad para la atención y cuidado de estos menores.


Tiempo del acogimiento:Si se constituye como temporal podrá durar hasta dos años. Si se constituye como permanente podrá durar hasta la mayoría de edad.


Edad de los menores:Para menores de cualquier edad.



Hay pequeñas diferencias dentro de cada Comunidad Autónoma,


POR EJEMPLO:

 

En Andalucía existe también la figura de la FAMILIA COLABORADORA , esto significa que una familia puede atender a un menor que se encuentre en acogimiento residencial ( viviendo en una residencia) y según la disponibilidad de la familia, se hace cargo de dich@ menor ( fines de semana, tardes para hacer deberes/ir al parque, vacaciones de verano/navidad... etc), es decir, en función de tu disponibilidad, te asignan un menor para que hagáis actividades junt@s. 


Vengo a decir con esto, que si en nuestra comunidad no existe esta figura COMO TAL, es porque esta incluido en un tipo de acogimiento familiar, por ejemplo: 


En Valencia no existe la figura de FAMILIA COLABORADORA, pero dentro de los tipos de familias de acogida esta; EL ACOGIMEINTO TEMPORAL donde se contempla la opción de la disponibilidad de la familia.

 

Así que a continuación,  voy a poner los enlaces donde podéis recoger toda la información sobre las familias de acogida, pero si vuestra propuesta es ser FAMILIA COLABORADORA, podéis llamar a la administración que pertenece a vuestra comunidad y comentarlo.

 

 NO DEJEIS DE HACERLO RECORDAD

 

 ¡¡¡CUANTOS MENOS MENORES EN RESIDENCIAS, MEJOR !!! :)

 

ACOGIMIENTO FAMILIAR ANDALUCIA

FAMILIAS COLABORADORAS ANDALUCIA 

 

ACOGIMIENTO FAMILIAR CANARIAS 

FAMILIAS COLABORADORAS CANARIAS

 

ACOGIMIENTO FAMILIAR CANTABRIA 

 

ACOGIMIENTO FAMILIAR CATALUNYA

 

ACOGIMIENTO FAMILIAR GALICIA

 

ACOGIMIENTO FAMILIAR BALEARES


FAMILIAS CANGURO ( COLABORADORA) BALEARES

 

ACOGIMIENTO FAMILIAR LA RIOJA 

 

ACOGIMIENTO FAMILIAR PAÍS VASCO

 

FAMILIAS ACOGIDA ARAGON 

 

ACOGIMIENTO FAMILIAR CASTILLA LA MANCHA 

 

ACOGIMIENTO FAMILIAR CASTILLA Y LEON

 

ACOGIMIENTO FAMILIAR COMUNIDAD VALENCIANA 

 

ACOGIMIENTO FAMILIAR EXTREMADURA

 

FAMILIAS ACOGEDORAS COMUNIDAD DE MADRID 

FAMILIAS COLABORADORA COMUNIDAD DE MADRID ( A TRAVES DE "SOÑAR DESPIERTO")

 

ACOGIMIENTO FAMILIAR REGION DE MURCIA


FAMILIAS CANGURO ( COLABORADORAS) REGION DE MURCIA

 

ACOGIMIENTO FAMILIAR ASTURIAS